20.1.12

La aventura del Mundaneum: Todo el conocimiento, para todos

Paul y Henry -dos jóvenes inquietos e idealistas- imaginaron y desarrollaron en su Bélgica natal una ambicioso proyecto: reunir todo el conocimiento del mundo en un mismo lugar, y permitir así que cualquier persona del mundo pueda consultarlo.
Actual Mundaneum en Mons, Bélgica
Ustedes dirán "Pero eso ya está inventado, ya está hecho..  Eso es Internet, eso es Wikipedia, para todo eso están los buscadores...". Sí, es cierto. Pero lo interesante de este asunto es que Paul y Henry pensaron y llevaron a cabo su proyecto hace casi un siglo, a puro cartón, cerebro y corazón. Y lo hicieron porque ellos creían en una cultura libre de todos y para todos. Viejos ideales que hoy deberían estar más presentes que nunca frente a los ataques a la libertad en Internet y las necesidad de proteger a la cultura de los intereses económicos que la convierten, cada vez más, en un enorme negocio. Vamos entonces a conocer la historia de esos "locos" y de su sueño, esa aventura que llamaron Mundaneum.

Dos tipos audaces
Paul Otlet
Paul era Paul Otlet, un viejo conocido de los bibliotecarios de todo el mundo porque, entre otros méritos, es considerado el fundador de la ciencia de la Bibliografía (hoy Documentación) y por su desarrollo del CDU (Clasificación Decimal Universal), un sistema basado en tres dígitos para clasificar y ordenar la información que mejoró al viejo sistema de Dewey utilizado en aquel entonces.
Henry La Fontaine
Henry era Henry La Fontaine, abogado y político que en 1913 fue galardonado nada menos que con el premio Nobel de la Paz por su constante actividad pacifista en aquellos años tan conflictivos para el mundo. Parte de ese premio lo destinó al desarrollo del proyecto Mundaneum. Ambos, Otlet y La Fontaine, además tuvieron un papel importante nada menos que en la gestación de la Liga de las Naciones, una de las precursoras de la actual Organización de las Naciones Unidas



Otlet soñaba con una red universal que
 permita la difusión del conocimiento sin límites.
(Imagen de Spiegel.de)
Paul y Henry eran dos típicos intelectuales del fin del siglo XIX, que suscribían la premisa moderna y positivista de que la ciencia cambiaría al mundo, que lo convertirían en un mundo mejor. Qué otra cosa se podía pensar ante los cambios que la explosión científica de aquellos años impulsaba en cualquier área: medicina, transporte, física, psicología, industria, transporte, comunicación, en fin, todo se renovaba. El conocimiento sobre el mundo estaba  revolucionando la vida de la humanidad velozmente y era muy difícil seguir ese ritmo.
-¿Qué hacemos con todo lo nuevo que hay para aprender?- se habrán preguntado estos dos amigos con la convicción de que ese conocimiento debía estar al servicio de la humanidad. La respuesta de Paul y Henry fue imaginar una biblioteca de bibliotecas, el llamado "Repertorio Bibliográfico Mundial", el proyecto de lo que luego se denominó Mundaneum.

Pero no fue fácil. Pasaron muchos años de sacrificios y esfuerzos personales hasta que el gobierno belga les prestó atención y les dio su apoyo político y económico. Recién entonces el proyecto del Mundaneum comenzó a ser una realidad con posibilidades de futuro. El motor de la inversión estatal era la posible construcción de la "Ciudad del Conocimiento" que imaginaban como sede de la Liga de Naciones y hasta de un "Gobierno Mundial", todo influido fuertemente por los ideales del mundialismo y de la cooperación mundial. Fue así como en 1919 se les concedió el Palacio del Cincuentenario como sede para el Mundaneum y la idea, por fin, parecía concretarse.

Una Internet de cartón
Con el mismo espíritu humanista de la actual Wikipedia como motor, con una inteligente organización y sistematización de la información digna de los mejores robots de búsqueda de la actualidad, el proyecto Mundaneum tenía un gran obstáculo que limitaba su desarrollo: la tecnología de su "hardware". Es que para la base de datos se utilizaban las hoy clásicas fichas de cartón de 3x5 pulgadas almacenadas y clasificadas en enormes ficheros. Y eso demandaba mucho tiempo y espacio.
En el Mundaneum se coleccionaban datos y archivaba todo lo publicado, desde libros, revistas, periódicos, imágenes y hasta panfletos supuestamente sin valor. Pero no se trataba de simplemente de una gran biblioteca más, sino de un poderoso índice para encontrar cualquier cosa en cualquier biblioteca del mundo. Era una verdadera red que enlazaba los puntos de acceso a la información, al conocimiento. Para semejante ingeniería se valía del CDU desarrollado por Otlet que incluso hacía referencia a otros catálogos construyendo mediante vínculos una gigantesca base de datos relacional de tinta y cartón almacenada en muebles de madera.

Para 1914 el Mundaneum ya tenía 11 millones de fichas y en 1934 llego a tener 15 millones. Como el propósito de esta clasificación de la información era posibilitar y optimizar su acceso público, Otlet tenía intenciones de duplicar la base de datos en otros sitios del mundo para descentralizar y facilitar su acceso (hoy le diríamos redundancia de servidores) pero esto nunca se llegó a concretar.

Googleando en la Belle Époque
Como dijimos, semejante organización tenía un fundamental objetivo. En una nueva revolución cultural, Paul y Henry querían que el conocimiento del mundo estuviese disponible para todo el mundo. Así es que crearon el Servicio Internacional de Búsquedas. Por 27 francos se podía personalmente, por correo o telegráficamente solicitar información acerca de cualquier tema y recibir una lista con referencias bibliográficas como respuesta (suena bastante familiar, ¿no?). En 1896 recibieron sólo 21 pero para 1912 ya eran alrededor de 1500 consultas anuales. Gracias a su sistema las operadoras podían resolver y enviar manualmente en unas pocas semanas lo que hoy la informática y la electrónica hacen en décimas de segundo. Es cierto, tardaban mucho más. Pero lo hacían.


La base de datos y las chicas, "motores de búsqueda" del Mundaneum...

La guerra: destrucción, muerte y olvido
La guerra, como de costumbre, lo pisoteó todo. Los sueños de paz y la idea de la unión de las naciones ya se veían amenazados desde fines de los años '30. El proyecto Mundaneum siguió en pie -aunque con menos recursos- hasta que la ocupación nazi a Bélgica destruyó gran parte de la infraestructura y destinó el edificio a los intereses del Tercer Reich.
Finalmente, Henry La Fontaine murió en 1943. Paul Otlet en 1944, casi al finalizar la guerra. Su trabajo había sido destruido casi por completo y sus estudios sobre documentación cayeron en el olvido en favor de teorías de científicos estadounidenses, alentadas y promovidas por la victoria de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial.

Visiones del futuro
Parece cruel e irónico que un proyecto destinado a conservar el conocimiento de la humanidad haya sido víctima de tan prolongado olvido.
Portada del libro
"International Organisation
and Dissemination of Knowledge -
Ensayos selectos de Paul Otlet"
En lo material, lo poco que se rescató del Mundaneum después de la guerra quedó depositado en un viejo edificio hasta 1972. Y con respecto a lo intelectual, recién a principio de los '90 y con la llegada de la Web Word Wide las ideas de Otlet fueron rescatadas y revalorizadas en toda su dimensión. Así fue como la redición de sus escritos volvió a despertar un notable interés en la comunidad científica y motivó su traducción a varios idiomas.
Es notable cómo muchos de los pensamientos de Paul y Henry respecto a nuestras sociedades y al conocimiento acumulado de la humanidad vuelven a tomar trascendencia en el presente. La idea y los esfuerzos por crear una "ciudad mundial" (mucho antes de que aparezca el concepto de aldea global) que permitiese ser un instrumento de cooperación internacional en todos los campos hoy parece tan necesaria hoy como lo era en aquel entonces. O actuales proyectos como Wikipedia, que revive al espíritu de aquella propuesta al permitir además la construcción colectiva del saber, parecen estar concretando por fin la utopía del Mundaneum. Las ideas de Otlet acerca de la biblioteca como un espacio para acceder al conocimiento, y que ese conocimiento puede presentarse en cualquier tipo de formato, están presentes en los actuales debates acerca de los nuevos paradigmas de publicación y distribución de todo tipo de obra. No se apegaba al libro (objeto) sino que abría su mente a cualquier dispositivo o medio capaz de contener y difundir conocimiento: audio, video, microfilms (de los que fue un precursor), telefonía, radio, televisión, entre otros medios. Para muestra, comparto un fragmento del libro "El tratado de documentación. El libro sobre el libro: teoría y práctica"  
"[...] Aquí, las paginas de las obras ya no están en ningún libro. En su lugar, la pantalla y el teléfono tendrán mas valor. En una oficina de peticiones estarán todos los libros y toda la información sobre ellos. Las preguntas se harán por teléfono, y en la oficina se leerán las páginas necesarias para responderlas. Las respuestas serán ofrecidas a través de una pantalla. La pantalla podrá estar dividida en dos, en cuatro o incluso en diez partes si existen texto o documentos que sean consultados simultáneamente. Se usarán altavoces si las imágenes requieren explicación oral. Las sucesivas mejoras harán posible que se puedan automatizar las llamadas y las respuestas a través de la pantalla. Cine, fonógrafos, radio, televisión: todos estos instrumentos tomados como sustitutos del libro se convertirán de hecho en el nuevo libro. Las palabras más influyentes para la difusión del pensamiento humano, lo que podríamos llamar la biblioteca radiada y el libro televisado."
En este vídeo se explica como, en 1934, Paul Otlet ya imaginaba lo que hoy conocemos como Internet y su uso para acceder a la documentación desde cualquier lugar:

 


Luego de muchos años de abandono y olvido, en 1985 se planteó la posibilidad de recrear el Mundaneum como un archivo y museo dedicado a Otlet y su proyecto. Con el tiempo, en 1998, se logró abrir el nuevo Mundaneum en Mons (Bélgica). Allí se encuentran los documentos personales de Otlet y La Fontaine, y los archivos de las diversas organizaciones que ellos crearon, junto con otras colecciones importantes de la historia moderna de Bélgica.

El Legado
No es fácil un siglo después ponerse en el lugar de Paul y Henry, y creer que el sueño de un mundo unido alrededor del respeto la cultura y el conocimiento es realmente posible. Y esto no pasa por las dificultades técnicas que en aquel entonces fueron obstáculos sino por los permanentes conflictos internacionales, fogoneados por los señores de la guerra, por los grandes poderes económicos, los mismos que en su momento hirieron de muerte al proyecto Mundaneum y hoy siguen trabajando en pos de un mundo dividido por y para ellos.
En general, la revalorización de las ideas de Otlet y La Fontaine está destinada principalmente hacia la perspectiva técnica y científica. Se exalta -como el gran logro que verdaderamente fue- a su sistema de organización de la información con el condimento casi anecdótico de haber creado una "Internet antes de Internet". Pero en mi opinión no es eso lo más importante por decir acerca de Otlet y La Fontaine. Creo que su movilizador ideal de un mundo justo, unido y en paz construido alrededor del respeto y conocimiento mutuo vale mucho más que los logros de cualquier sistema de la información. Sólo por eso ya merecen todo mi respeto y admiración.
Afortunadamente no han sido los únicos y también hoy existen muchos soñadores que toman la posta, creen y se la juegan. Todos ellos son los que desmienten a los mediocres que dicen que Paul y Henry fracasaron persiguiendo su ambicioso sueño. Y que el motivo de ese fracaso fue, justamente, intentar alcanzar un objetivo desmedido para sus posibilidades, irreal, una utopía. Creo que a esos les podemos responder con estas sencillas pero certeras palabras de Eduardo Galeano:
La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.
------
Bibliografía y referencias externas:
http://www.mundaneum.be/
http://m.wired.com/thisdayintech/2009/12/1210paul-otlet-mundaneum/
http://www.spiegel.de/international/world/0,1518,775951,00.html
http://www.derechoaleer.org/dalwiki/pauotlet
Le livre microphotographique. Le bibliophote ou livre à projection (Paul Otlet, 1911)

Videos:

Documental sobre Paul Otlet, narrado por W. Boyd Rayward, su biógrafo: http://www.archive.org/details/paulotlet
Presentación del especialista en sistemas de información Alex Wright acerca de olvidados sistemas que precedieron a la actual web: http://www.youtube.com/watch?v=72nfrhXroo8&feature=s2l

4 comentarios:

  1. excelente material y reflexión

    ResponderEliminar
  2. Artículo inspirador, por la claridad con que visualizan esto de hacer disponible al público toda la información... La forma en que anticipaban la realidad actual, con los recursos del momento, es admirable...

    ResponderEliminar
  3. Excelente ! me encantó ! gracias por hacer este recorrido por la historia de dos grandes

    ResponderEliminar

Es realmente importante para este blog conocer tu opinión. No dejes de comentar! Y por favor, no te olvides de dejar tu nombre. ¡Gracias por participar!